martes, 29 de mayo de 2007

Deporte e historieta: cuando dos pasiones se unen

Casi desde sus comienzos, la historieta argentina se ha dedicado a abordar los diferentes aspectos que rodean a la sociedad argentina. Entre la infinidad de temas que ha tocado se encuentra el deporte. Desde los más populares como el fútbol hasta los menos convocantes como el golf, han sido representados en algún momento. Pero el que más material a brindado a guionistas y dibujantes es el boxeo.
A esta actividad se dedicada El Ternero Mamón de las Pampas, uno de los protagonistas de Jimmy y su pupilo, cómic creado por Néstor René González Fossat que dio el puntapié para que comenzara esta relación. La tira, que apareció por primera vez el 12 de marzo de 1924 en la revista Páginas de Columba, trataba sobre las desventuras de El Ternero Mamón de las Pampas, que llegó al boxeo de casualidad, y Jimmy, su manager y entrenador. Este intentaba que su pupilo se tomara en serio la actividad con la intención de acumular dinero a costa de su boxeador, que lo único que obtenía era una derrota tras otra.
El nacimiento de esta tira se dio dentro de un contexto más que favorable para el pugilismo nacional ya que gracias a la campaña que Luis Angel Firpo había realizado en Estados Unidos, en especial en su pelea con el campeón del mundo Jack Dempsey, el boxeo gozaba de una popularidad muy grande.
Otras dos historietas famosas que se introdujeron en el mundo del pugilismo fueron Tucho, de canillita a campeón y el Indio Suárez. El punto de contacto más importante que existía entre ambas historietas era que sus protagonistas provenían de las clases bajas y llegaban a lo más alto del boxeo gracias a la conquista del título del mundo.
Tucho Miranda, protagonista de Tucho, de canillita a campeón, era el ideal de joven que quería la sociedad argentina en la década del 40. El personaje principal era un muchacho de barrio, noble, sin vicios, apegado a su familia, incapaz de realizar una maniobra antideportiva para favorecerse, y con una sola y respetable palabra. Es tal el grado de dignidad que tiene el personaje principal, que en una ocasión sale a pelear con la mandíbula rota porque “el contrato ya estaba firmado”.
Por supuesto, el contrapunto eran los rivales de Miranda, todos inmiscuidos de alguna manera con la mafia y siempre buscando alguna artimaña para perjudicar al protagonista. Tucho, de canillita a campeón, fue escrita por Mariano de la Torre y dibujada por Athos Cozzi y apareció desde los comienzos en la clásica revista Patoruzito.
El Indio Suárez, por su parte, era una creación del genial Héctor Oesterheld que Carlos Freixas llevaba al papel. El personaje le rendía tributo a dos grandes del pugilismo nacional. En sus gestos se podían encontrar algunos rasgos cercanos a Eduardo Lausse, uno de los preferidos del exigente público que colmaba el Luna Park en la década del 50, y por su apellido se homenajeaba al primer gran ídolo que dio el boxeo local, Justos Suárez, más conocido como El Torito de Mataderos.
La historia transcurre sin ningún tipo de sorpresa hasta que Suárez sufre una lesión que lo aleja de su pasión para siempre. A partir de ese momento, se dedica a entrenar jóvenes boxeadores. Pero con el devenir del relato, contado en primera persona, el Suárez se va alejando cada vez más de su deporte preferido para involucrase en otras actividades que, inclusive, lo llevan a estar en los Juegos Olímpicos. A pesar de tener suculentas ofertas monetarias, Suárez siempre las rechaza porque prefiere dirigir humildes equipos de pueblo.
Tampoco podemos olvidarnos de Mojado, la historieta que se publicó en El Tony, guionada por Robin Wood y dibujada Carlos Vogt. Mojado es la historia de un inmigrante mexicano ilegal en EEUU (así se los llama por tener que cruzar a nado el Río Grande para llegar al país del norte), quien luego de sufrir las mil y una tras la muerte de sus padres, logra triunfar en el sucio mundo del boxeo norteamericano.
Como deporte predilecto de los argentinos, la historieta no podía dejar de lado al fútbol. Quizás el caso más famoso sea el de Clemente que, especialmente durante la época del Mundial, mantiene informado al público desde una óptica diferente a la de los periodistas deportivos. El auge del personaje creado por Caloi fue durante el tristemente célebre Mundial de 1978, en Argentina, donde desde sus tiras (y desde la pantalla gigante de los estadios) generó un enfrentamiento con el relator de fútbol José María Muñoz, en plena dictadura militar, sobre el tema de arrojar papelitos en la cancha. La repercusión volvió también para el certamen disputado en México en 1986, torneo ganado por la Argentina y que catapultó a la fama a Diego Armando Maradona. Por esa época tuvo su debut el recordado personaje del Hincha de Camerún.
Otra tira que también se volcó al fútbol fue Gattin, una sátira creada por Jorge Toro que se editó durante el Mundial 78, en la cual distintos animales representaban a los jugadores que participaban en el campeonato. Dick, el artillero fue una historieta argentina que en sus inicios estaba dirigido para los latinos que vivían en Estados Unidos y que dio la vuelta al Mundo hasta llegar a editarse en el diario La Prensa durante la década del 70. Al igual que los cómics de boxeo, se cuenta la historia del muchacho pobre que llega al éxito, pero en este caso existe la diferencia de que en el medio Dick vive diferentes aventuras fuera del campo de juego.
Más adelante en el tiempo, en 1998 para ser más exactos, editorial Ivrea publicó Área, una historieta unitaria escrita por Alejo García Valdearena (quien luego descollaría en la recordada 4 Segundos) e ilustrada por un Pier Brito aún bastante influenciado por el manga. La historia tiene lugar en el futuro, donde se juega un torneo de fútbol hiper-tecnificado, mientras que el fútbol “tradicional” se practica clandestinamente en potreros y canchas abandonadas. Aquí es donde juegan Xeo y Ariadna, dos hermanos que, en una redada policial durante un partido, son capturados y llevados a prisión. Allí Xeo es separado de su hermana y reclutado por un importante empresario, quien lo obliga a jugar para el equipo de su corporación, en el torneo oficial.
Fuera del fútbol y del boxeo se pueden hallar Fitito, creada por Jorge Toro y que le rendía tributo al Fiat 600 y la Vera Historia del Deporte realizada por Oski. También dentro del automovilismo tenemos a Grand Prix, historieta de Ray Collins que se publicó durante mucho tiempo en las revistas de Columba. Algunos de sus dibujantes fueron Alberto Macagno y Eduardo Risso.
Desde que esta unión nació en el lejano 1924, la historieta y el deporte han tenido una relación muy amistosa que le permitió al cómic nacional continuar engrosando su extensa y prestigiosa historia.
Nota que escribí, con la colaboración de Javier Hildebrandt, para en número de febrero de 2006 de la revista Comiqueando.
Imagen 1: Tapa de la revista las travesias de Fitito.
Imagen 2: Portada de Gatlin, que hizo furor durante el Mundial de 1978.

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