Interesante nota sobre el dóping publicada en el blog de Lalo.
La duda metafísica de la semana: ¿es bueno o es malo el arrepentimiento de los ciclistas que ahora admiten dopaje, después de pasarse años y hasta décadas dándose por ofendidos cuando alguien les apuntaba con el dedo?
Bueno, dirán algunos, una confesión siempre es bienvenida y despeja la atmósfera; un momento, dirán otros, que así se crea la impresión de que los tramposos están a la defensiva, que ya sólo quedan unos pocos. Pues bien, dice un experto, la batalla sólo puede ganarse si nos preparamos para lo peor.
El experto es Victor Conte, el siniestro personaje que convirtió al Laboratorio Balco (Bay Area Laboratory Cooperative) en la organización más notoria en el mundo del dopaje, quien hace poco completó su condena de cuatro meses de prisión y ahora se dedica a asesorar a las autoridades para el mejoramiento de las técnicas antidopaje. O eso dice él.
En una extensa entrevista que otorgó al Times, publicada en dos días sucesivos, Conte asegura que el dopaje está mucho más extendido de lo que la gente cree, que las agencias antidopaje están infiltradas por los tramposos y que los análisis en competición son casi siempre inútiles.
Esos análisis no son de dopaje, sino de inteligencia, porque hay que ser mentalmente retardado para dejarse atrapar durante una competición. El dopaje verdadero se produce durante el entrenamiento con pesas, fuera de temporada.
Este patético Jean Valjean, de este siglo escuálido, asegura que es muy difícil alcanzar una final de atletismo sin doparse. Y luego, más cerca de 80% que de 60% (en el atletismo de primera fila) se dopa.
Conte admite un avance importante en la lucha antidopaje: la Agencia Internacional Antidopaje (Wada) ha cambiado las reglas y ahora, si los análisis detectan una sustancia de estructura similar a otra ilegal, la dan como dopaje, aunque no sepan de qué se trata. Es por eso que ahora casi todos están de nuevo con la testosterona. (Y también con la insulina, los medicamentos para la tiroides, la hormona de crecimiento y la EPO o eritropoietina, que son indetectables o se pueden enmascarar).
El nuevo enfoque de la Wada ha puesto fin virtualmente al uso de drogas de diseño, como la THG, que fue la causa de la popularidad de Balco entre los atletas y también el motivo de su desgracia (los otros no podían competir y se confabularon para delatarme).
Lo más interesante de las declaraciones de Conte es la infiltración de los laboratorios antidopaje y el énfasis en el dopaje fuera de temporada. Sobre la infiltración, afirma que no basta con desarrollar drogas y métodos de aplicación: Para ganar la guerra, necesitas inteligencia. Yo tenía acceso a información de gente en los laboratorios, sabía qué estaban haciendo.
También sabe de casos en que empleados de esos laboratorios hacían análisis en forma privada por cuenta de atletas tramposos, con los equipos y métodos más novedosos, para comprobar si el dopaje aparecía en pruebas.
El sistema antidopaje es particularmente deficiente en la oportunidad, número y frecuencia de los análisis fuera de temporada.
Conte afirma que el nivel de dopaje está directamente relacionado con el éxito del atleta: ¿Por qué hacer análisis a los 100 mejores, cuando 90 de ellos no ganan carreras ni dinero? ¿Por qué testear dos veces a todos ellos, en vez de testear diez veces a los diez mejores?
La frecuencia es un factor crucial, asegura.
Un atleta puede eludir dos análisis sorpresivos en un periodo de 18 meses. Para burlarse del sistema, sólo necesita decir que durante determinado periodo estará entrenando en Portugal, cuando realmente lo harán en secreto en México. Si llegan los inspectores, qué lástima, fue un malentendido.
Si ocurre nuevamente, bueno, mala suerte. Sólo necesitará ser más prudente hasta la competición, en la que no dará positivo (sólo los estúpidos dan positivo en competencia), y esperar a que se cumpla el periodo de 18 meses, cuando la primera inspección fallida dejará de ser computada.
Y así nos engaña los tramposos, desde el fondo del tiempo.
Un atleta también debe ser muy estúpido para caer en la trampa de los tres análisis frustrados en un periodo de 18 meses.
La única forma de atraparlo, dice Conte, es multiplicar las inspecciones sorpresivas, sin necesidad de centenares de inspectores adicionales.
Apuntar a la cabeza, a los atletas exitosos y dejar a los otros tranquilos, es el consejo de un experto en trampas.
¿Tiene razón, o es un nuevo truco del maestro?
Bueno, dirán algunos, una confesión siempre es bienvenida y despeja la atmósfera; un momento, dirán otros, que así se crea la impresión de que los tramposos están a la defensiva, que ya sólo quedan unos pocos. Pues bien, dice un experto, la batalla sólo puede ganarse si nos preparamos para lo peor.
El experto es Victor Conte, el siniestro personaje que convirtió al Laboratorio Balco (Bay Area Laboratory Cooperative) en la organización más notoria en el mundo del dopaje, quien hace poco completó su condena de cuatro meses de prisión y ahora se dedica a asesorar a las autoridades para el mejoramiento de las técnicas antidopaje. O eso dice él.
En una extensa entrevista que otorgó al Times, publicada en dos días sucesivos, Conte asegura que el dopaje está mucho más extendido de lo que la gente cree, que las agencias antidopaje están infiltradas por los tramposos y que los análisis en competición son casi siempre inútiles.
Esos análisis no son de dopaje, sino de inteligencia, porque hay que ser mentalmente retardado para dejarse atrapar durante una competición. El dopaje verdadero se produce durante el entrenamiento con pesas, fuera de temporada.
Este patético Jean Valjean, de este siglo escuálido, asegura que es muy difícil alcanzar una final de atletismo sin doparse. Y luego, más cerca de 80% que de 60% (en el atletismo de primera fila) se dopa.
Conte admite un avance importante en la lucha antidopaje: la Agencia Internacional Antidopaje (Wada) ha cambiado las reglas y ahora, si los análisis detectan una sustancia de estructura similar a otra ilegal, la dan como dopaje, aunque no sepan de qué se trata. Es por eso que ahora casi todos están de nuevo con la testosterona. (Y también con la insulina, los medicamentos para la tiroides, la hormona de crecimiento y la EPO o eritropoietina, que son indetectables o se pueden enmascarar).
El nuevo enfoque de la Wada ha puesto fin virtualmente al uso de drogas de diseño, como la THG, que fue la causa de la popularidad de Balco entre los atletas y también el motivo de su desgracia (los otros no podían competir y se confabularon para delatarme).
Lo más interesante de las declaraciones de Conte es la infiltración de los laboratorios antidopaje y el énfasis en el dopaje fuera de temporada. Sobre la infiltración, afirma que no basta con desarrollar drogas y métodos de aplicación: Para ganar la guerra, necesitas inteligencia. Yo tenía acceso a información de gente en los laboratorios, sabía qué estaban haciendo.
También sabe de casos en que empleados de esos laboratorios hacían análisis en forma privada por cuenta de atletas tramposos, con los equipos y métodos más novedosos, para comprobar si el dopaje aparecía en pruebas.
El sistema antidopaje es particularmente deficiente en la oportunidad, número y frecuencia de los análisis fuera de temporada.
Conte afirma que el nivel de dopaje está directamente relacionado con el éxito del atleta: ¿Por qué hacer análisis a los 100 mejores, cuando 90 de ellos no ganan carreras ni dinero? ¿Por qué testear dos veces a todos ellos, en vez de testear diez veces a los diez mejores?
La frecuencia es un factor crucial, asegura.
Un atleta puede eludir dos análisis sorpresivos en un periodo de 18 meses. Para burlarse del sistema, sólo necesita decir que durante determinado periodo estará entrenando en Portugal, cuando realmente lo harán en secreto en México. Si llegan los inspectores, qué lástima, fue un malentendido.
Si ocurre nuevamente, bueno, mala suerte. Sólo necesitará ser más prudente hasta la competición, en la que no dará positivo (sólo los estúpidos dan positivo en competencia), y esperar a que se cumpla el periodo de 18 meses, cuando la primera inspección fallida dejará de ser computada.
Y así nos engaña los tramposos, desde el fondo del tiempo.
Un atleta también debe ser muy estúpido para caer en la trampa de los tres análisis frustrados en un periodo de 18 meses.
La única forma de atraparlo, dice Conte, es multiplicar las inspecciones sorpresivas, sin necesidad de centenares de inspectores adicionales.
Apuntar a la cabeza, a los atletas exitosos y dejar a los otros tranquilos, es el consejo de un experto en trampas.
¿Tiene razón, o es un nuevo truco del maestro?
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