Esta más que claro que el ambiente del fútbol esta plagado de vendedores de ilusiones, o para traducirlo al idioma de la tribuna, vendedores de humo. Los hay periodistas (muchos), árbitros, entrenadores, dirigentes, jugadores y, por supuesto, empresarios. Uno de estos personajes, con más dinero que sabiduría futbolistica, llegó este fin de semana a Mar del Plata con su quiosco llamado Word Football Idol, un supuesto realty show ideado por un tal Max Higgins que promete la panacea para el joven ganador del mencionado evento, aunque casi sin proponérselo, se descubrió que todo era un gran farsa.
El sábado, en el estadio mundialista José María Minella se vivó un espectáculo que, para ser compasivos, rozó lo dantesco. Con unas tribunas con no más de 40 personas, que pagaron entre 40 y 20 pesos las entradas, se montó un espectáculo decadente. Con un escenario que parecía puesto para que toquen los Rolling Stone, se presentaron distintos grupos que homenajean a grandes grupos de rock como los Beathles, Pink Floyd, Kiss o Queen. Además, de un desfile de modelos que no concordaba para nada con la situación.
Con el objetivo de fomentar el compañerismo entre los participantes, el terreno de juego había sido dividido en pequeñas canchas para disputar partidos 3 contra 3. El que convertía el gol pasaba a la siguiente ronda y así hasta llegar a la final. Todo esto ante un público compuesto por niños con ganas de triunfar, gente con cara de “estoy laburando”, 3 policías y el tal Higgins paseándose por el estadio vestido con un traje que remetía a los guerreros romanos.
Era tan poca la convocatoria, que la organización decidió retrasar el comienzo del evento 4 horas (estaba pautado para las 2 de la tarde), por lo que comenzó alrededor de las 18, con el sol ya casi yéndose.
Todo se confirmó que era una gran mentira al día siguiente. En un diario local de Mar del Plata salió publicada la foto del supuesto ganador junto con el quiosquero Higgins (nada que ver con la gran Martina) delante de la Lamborghini con el cual el aparente empresario estadounidense se paseó por las calles de la ciudad costera durante la semana. Lo que nadie se percató es que la foto fue tomada a plena luz del día y el decadente show del World Football Idol terminó pasada la medianoche. Esto es lo que académicamente se conoce como estafa o, más popularmente, como choreo.
El sábado, en el estadio mundialista José María Minella se vivó un espectáculo que, para ser compasivos, rozó lo dantesco. Con unas tribunas con no más de 40 personas, que pagaron entre 40 y 20 pesos las entradas, se montó un espectáculo decadente. Con un escenario que parecía puesto para que toquen los Rolling Stone, se presentaron distintos grupos que homenajean a grandes grupos de rock como los Beathles, Pink Floyd, Kiss o Queen. Además, de un desfile de modelos que no concordaba para nada con la situación.
Con el objetivo de fomentar el compañerismo entre los participantes, el terreno de juego había sido dividido en pequeñas canchas para disputar partidos 3 contra 3. El que convertía el gol pasaba a la siguiente ronda y así hasta llegar a la final. Todo esto ante un público compuesto por niños con ganas de triunfar, gente con cara de “estoy laburando”, 3 policías y el tal Higgins paseándose por el estadio vestido con un traje que remetía a los guerreros romanos.
Era tan poca la convocatoria, que la organización decidió retrasar el comienzo del evento 4 horas (estaba pautado para las 2 de la tarde), por lo que comenzó alrededor de las 18, con el sol ya casi yéndose.
Todo se confirmó que era una gran mentira al día siguiente. En un diario local de Mar del Plata salió publicada la foto del supuesto ganador junto con el quiosquero Higgins (nada que ver con la gran Martina) delante de la Lamborghini con el cual el aparente empresario estadounidense se paseó por las calles de la ciudad costera durante la semana. Lo que nadie se percató es que la foto fue tomada a plena luz del día y el decadente show del World Football Idol terminó pasada la medianoche. Esto es lo que académicamente se conoce como estafa o, más popularmente, como choreo.
La foto que destapó la olla. El de traje de guerrero romano es el tal Higgins.
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