viernes, 30 de noviembre de 2007

49, el número negro

En la historia del deporte argentino el 49 esta aparejado a un recuadro desagradable, pero no a causa de un resultado adverso de alguna selección nacional en un mundial, Juegos Olímpicos u otra competencia de relevancia internacional, sino que es la cifra con la se denominó a la Comisión Investigadora de Irregularidades Deportivas. Este engendro pergeñado por la nefasta Revolución Libertadora, que derrocó al gobierno democrático de Juan Domingo Perón en 1955, tuvo como mayor merito el de cortar abruptamente la carrera de la mayoría de los grandes deportistas de la época y arruinó a varias generaciones de atletas.
El 16 de septiembre de 1955, la autodenominada Revolución Libertadora comandada por Eugenio Aramburu y Eduardo Lonardi, tomó por la fuerza el poder y comenzó una incansable persecución a todo aquello que tuviera relación con el peronismo. Por supuesto que los deportistas no fueron la excepción y todos aquellos que recibieron ayuda por parte del Estado nacional fueron sancionados con la prohibición de competir, con la pena máxima de 99 años. Años más tarde les fue levantada, pero el daño ya estaba hecho.
La extensa lista estaba conformada, entre otros, por los campeones del mundo del primer mundial de básquet disputado en Argentina en 1950, Eduardo Guerrero, medalla de oro junto con Tranquilo Capozzo en remo en Helsinki 1952, la tenista Mary Teherán de Weiss, el maratonista Osvaldo Suárez e, inclusive, el campeón sudamericano de bochas Roque Chillín Juárez.
Según el criterio de la Comisión 49, la selección nacional de básquet había incurrido en profesionalismo, algo muy mal visto por los pseudomoralistas del gobierno dictatorial de turno, por recibir cada uno de sus integrantes un auto como regalo por parte de Perón por la conquista. A raíz de esta suspensión, el básquet argentino sufrió un fuerte golpe del que recién en los últimos años con Emanuel Ginóbili y compañía pudo recuperarse.
Teherán de Weiss fue otra de las grandes perjudicadas. Siendo la tenista número 1 del país, estuvo, junto con su marido, Heraldo Weiss, muy vinculado con el peronismo. Inclusive, en su momento se habló de una relación amorosa con Perón cuando ambos quedaron viudos (casi al mismo tiempo). A pesar de la sanción le fue levantada, nunca más se pudo recuperar del todo y terminó sus días suicidándose a causa del olvido y la soledad.
A Suárez, los miembros de la Comisión 49 le reprochaban haber realizado viajes al exterior por acomodo. Lo que no tuvieron en cuenta fue que se consagró campeón a nivel sudamericano, panamericano e iberoamericano en los 5.000 y 10.000 metros, en medio maratón y maratón. En su lista de logros, se encuentran tres triunfos consecutivos en la prestigiosa y tradicional San Silvestre y sus marcan no tuvieron nada que envidiarle a los grandes de la fondistas europeos de la época.
Mil novecientos cincuenta y seis iba ser el año del, ese momento, representante de Independiente por estar en su mejor momento y era serio candidato a colgarse la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Melbourne que se celebraron ese año. Pudo volver a competir recién en Roma 1960, pero a pesar de que estuvo adelante en buena parte de la carrera, no pudo seguir el ritmo de Abebe Bikila y se tuvo que conformar con el 9 puesto y sin el podio.
Todo estar persecución trajo no solo como consecuencia que las carreras de estos, y otros, deportistas quedaran trunca de una manera violenta, sino también lo sintió muy fuerte el olímpismo argentino. A los Juegos Olímpicos de Melbourne asistieron solo 39 atletas de Argentina, lo que es el número más bajo en todas las participaciones nacionales en la cita olímpica. Teniendo en cuenta que la representación nacional venía teniendo buenas actuaciones, lo hecho en Australia fue muy pobre porque sólo se las medallas de plata en levantamiento de pesas gracias a Humberto Selvetti y el bronce llegó de los puños de Víctor Zalazar en la división de los medianos. Este sería el comienzo de una sequía en lo más alto del podio que se extendió hasta Atenas 2004.
Es verdad que la dirigencia deportiva argentina tiene muchísimas cosas por mejorar, pero es cierto que pensar que un deportista sea suspendido por sus ideas políticas es algo que no cabe en la cabeza de nadie con dos dedos de frente. Quizás ese sea un pequeño atisbo de no todo esta tan mal en nuestro país.

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